

Lo reconozco, veo Masterchef… después de siete horas dando clases, de cuidar a mi hijo y de ocuparme de mi casa, necesito algo para desconectar de tanta baqueta. Coger distancia con el instrumento hace que lo eche de menos y que vuelva con ganas cada día a sentarme detrás de los tambores, ya sea para seguir estudiando o para enseñar a otros en las clases presenciales o en la escuela de bateria on line.
En todas las versiones de Masterchef Celebrity han ganado personas que a priori empezaban a cocinar prácticamente de cero y en cada edición hay concursantes que entran al concurso con nociones sobre cocina que son expulsados sin llegar, la mayoría de las veces, ni siquiera a la final.
Como paso tantas horas dando clases cada día, siempre tengo mi radar encendido e intento darme cuenta de como aprendemos y la importancia de la regularidad en el estudio para llegar a las metas que nos ponemos.
Viendo Masterchef me doy cuenta que la gente que parte de cero, si entra al programa con buena actitud y tienen la mente bien abierta, se crean una buena base y un método constante de estudio que les lleva a conseguir su objetivo y a ganar el programa. En cambio los aspirantes que han aprendido de forma desordenada les cuesta asimilar nuevos conceptos, seguramente porque o no son constantes en su aprendizaje, o porque no tienen una buena base e intentan construir sobre unos cimientos que para nada son sólidos.
Si pienso en los mas de doscientos alumnos que han pasado por mis clases, es muy fácil hacer una analogía entre los concursantes de Masterchef y mis alumnos.
Tomar la decisión de recibir clases es un acto de humildad, de querer crecer y de querer aprender, de encontrar esa voz que nos hará poder comunicarnos con el resto de músicos a un nivel superior, pero la constancia la mayoría de las veces gana al talento innato y solo los tenaces llegan a la meta y se proclaman ganadores.
Cuando un alumno llega a clase con la mente cerrada, pensando solamente en querer aprender atajos y trucos con la batería para tener mas seguidores en Instagram o en buscar mas aplausos en los dos minutos de solo que le deja su grupo en los conciertos, normalmente dura poco en mis clases porque su motivación no viene de querer aprender y comunicarse con el público o con el resto de músicos y cuando se da cuenta de que sus bases no son sólidas y tiene que aprender prácticamente desde el principio para asentar esas bases, y que les va a suponer un esfuerzo mayor del que pensaban, la mayoría de las veces acaban abandonando las clases, así que no consiguen su objetivo.
Por otro lado, los alumnos que crean rutinas regulares de estudio y que avanzan día tras día, disfrutando del trabajo y del esfuerzo que supone aprender a tocar un instrumento, no sólo consiguen sus objetivos, si no que muchas veces los sobrepasan, motivados por la sinergia que se produce a causa de la motivación inicial y la motivación de ver tus objetivos cumplidos.
Con estas letras no quiero decir ni mucho menos que el que aprende de cero tocará mejor si hace clases que si es autodidacta un tiempo y luego decide tomar clases, lo que quiero decir es que es muy importante crear rutinas y cumplirlas y que quizás es mas fácil crear esas rutinas con la ilusión de empezar a tocar un instrumento que con la frustración de ver que no avanzas después de llevar varios años tocando. Por supuesto hay excepciones y a veces las ganas de aprender son tan grandes que el alumno rompe sus límites y consigue sus objetivos, pero por desgracia son las menos.
Es la fabula del conejo y la tortuga aplicada a la batería, o a cualquier cosa que queramos aprender… el que la sigue la consigue como diría el refrán.
De hecho, pensándolo bien... yo mismo soy una excepción que logré superar esa frustración y encontré la motivación diaria para sentarme detrás de los tambores para seguir aprendiendo este lenguaje universal que es la música, pero soy consciente de que no es lo normal.
Ahora es el momento de mirarse al espejo y analizar tu forma de estudiar, tus logros, tus objetivos y de decidir que tipo de alumno quieres ser… yo lo tengo claro, quiero ganar masterchef!