El instrumento como un deporte
Durante mi adolescencia llevado por la lívido y las ganas de que alguna chica me hiciese caso, me apunté al gimnasio y cuando llevaba unas semanas me dieron mi primera rutina de ejercicios, una rutina que en dos o tres días me permitía trabajar todos mis músculos.
Pensando en que en la batería hay mucha materia a estudiar y que también vamos a contar con mucha actividad física, un día decidí hacerme una rutina de estudio que me permitiese por un lado estudiar mas materia y por otro lado no sobrecargar mis músculos con los mismos ejercicios día tras día.
Billy
Uno de mis compañeros cuando estudié en el Drummers collective de NY se llamaba Billy y había realizado un estudio exhaustivo de todos los rudimentos pero viendo su actuación en el festival de final de curso me di cuenta que no utilizaba nada de lo que estudiaba y que todos sus breaks estaban basados en golpes simples.
Curiosamente, después del festival, Billy se me acercó para felicitarme por mi actuación y me confesaba que admiraba todos los rudimentos que hacia servir en mis improvisaciones. Yo asombrado le confesé que utilizaba los tres o cuatro que sabia, con todas sus combinaciones porque eran las únicas herramientas que tenia para tocar y en mis adentros me sorprendía de que Billy no utilizara todo lo que había trabajado con tanto esfuerzo.
Partes del aprendizaje
Vamos a dividir el aprendizaje en tres estados:
El estado teórico: Es cuando aprendemos la teoría de un ejercicio de una figura o el lenguaje de un estilo.
El estado de desarrollo: Es cuando desarrollamos la teoría, esto incluye trabajar a cualquier tempo e intensidad.
El estado práctico: Es cuando podemos incluir el ejercicio una vez desarrollado a nuestro lenguaje para así hacer mejor música.
Por supuesto, no nos interesa trabajar nada que no podamos incluir en nuestro lenguaje por lo que es importante que sepamos para que se utiliza cada una de las herramientas que estamos intentando entender o desarrollar.
Si volvemos al ejemplo de Billy, nos encontramos con un alumno que no pasa del estado teórico y por lo tanto no desarrolla ni pone en práctica lo que aprende. Los extremos siempre suelen ser malos así que os aconsejamos ser honestos en el estudio con vosotros mismos y poneros objetivos en cada ejercicio al que le dediquéis tiempo y esfuerzo.